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La cadena de frío es el proceso logístico crítico que asegura la correcta conservación, almacenamiento, transporte y manipulación de vacunas dentro del rango de temperatura establecido para mantener su potencia inmunogénica y eficacia. Los factores clave son la temperatura y el tiempo: cualquier desviación puede disminuir la potencia de la vacuna, ya sea por calor o frío excesivos. Una vez deteriorada, la vacuna no recupera su eficacia, incluso si se devuelve a condiciones óptimas.
Rangos de temperatura
- Refrigeración: entre +2 °C y +8 °C, ideal mantener a 4 °C. Este es el estándar para la mayoría de las vacunas.
- Congelación: algunas vacunas liofilizadas (como varicela) requieren temperaturas de entre --15 °C y --25 °C. Solo deben congelarse si está indicado. Una vacuna descongelada no debe volverse a congelar salvo indicación expresa del fabricante.
Puntos clave sobre conservación
- No hay cambios visibles que indiquen pérdida de potencia, por lo que es indispensable el uso de registros de temperatura.
- El almacenamiento debe hacerse en heladeras destinadas exclusivamente a vacunas y diluyentes, sin alimentos ni otros productos.
- No ubicar vacunas en los estantes de la puerta; deben ir en estantes medios, con circulación de aire adecuada y evitando el contacto con las paredes.
Recursos y roles en la cadena de frío
El manejo eficaz requiere:
- Equipamiento adecuado (refrigeradores, transportes refrigerados, data loggers).
- Personal capacitado en todos los niveles.
- Monitoreo y mantenimiento constante, con planes de contingencia ante cortes eléctricos o fallas técnicas.
Puntos esenciales de gestión
- Registrar temperaturas dos veces al día.
- Ante cortes de electricidad, mantener la heladera cerrada; si es prolongado, trasladar vacunas en conservadoras frías.
- Temperaturas fuera de rango (≥ +8 °C o < 0 °C) requieren evaluación técnica.
- En caso de congelación accidental, solo se consideran viables vacunas como BCG, OPV y sarampión, si se confirma su estabilidad.
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